Eduardo Galeano nos señala que “la cultura dominante admite a los indígenas y a los negros como objeto de estudio, pero no los reconoce como “sujetos de la historia”; tienen folclore, no “cultura”; practican supersticiones, no “religiones”; hablan dialectos, no “idiomas”; hacen artesanías, no “arte”. Esta visión estructurada en el monopolio occidental en la esfera de los saberes, ha saldado con un rotundo fracaso.

De allí, que debamos promulgar por reconocer que existen pensamientos diferentes, cuya pluralidad y contra hegemonía, está más allá de la reducida cartografía eurocéntrica de la modernidad. Nuestros conocimientos guardan un vínculo con el territorio que vivimos diariamente, gracias al uso de los recursos contextuales y a la relación que las comunidades establecen desde sus recursos culturales.