El valor pedagógico de la danza queda argumentado por las posibilidades que ofrece para influir en el desarrollo físico del individuo, en el desarrollo perceptivo-motor, en los procesos del conocimiento, reflexión y respuesta creativa, así como en los procesos de socialización y culturización, siendo específicamente significantes las posibilidades que ofrece como forma de mejorar las capacidades expresivas y comunicativas, así como del fomento del sentir artístico en la propia creación y en la apreciación de las formas artísticas ajenas.

La danza permite que muchos sujetos le encuentren sentido y razón a su modo de ser y de actuar, ocupando un lugar importante dentro de la vida de aquel que la práctica, que sirva de guía en la iniciación y sistematización del conocimiento que facilite la valoración de su significado y beneficios propios.