La filtración de millones de documentos privados de la firma panameña de abogados Mossack Fonseca desató un tsunami de tales proporciones que sacudió a todo el planeta. Monarcas, jefes de Estado, gobernantes, políticos, escritores, estrellas del deporte y la farándula y miles de empresas que figuran como clientes de este bufete saltaron a la picota como posibles evasores de impuestos o, en algunos casos, como sospechosos de ilícitos aún más graves. Panamá, por su parte, quedó expuesta ante el mundo como el país que se presta para que ricos y poderosos ocultan su riqueza o aprovechen su opacidad.