Mentalmente estamos acostumbrados a pensar en las vacaciones como períodos prolongados de tiempo en los que nos permitimos premiarnos por un año de trabajo continuo. Pasear sin preocupaciones por una playa soleada, deslizarnos por la nieve blanca una y otra vez disfrutando de la sensación de la velocidad, acompañar a nuestros hijos en sus juegos con momentos compartidos en familia, o simplemente viajar al volante de nuestro automóvil sin prisas ni apremios de ningún tipo, deleitarnos con delicias gastronómicas tradicionales o típicas de la zona o región que visitamos.