Tiene que ser mucho el miedo que se le tiene a la inflación para que algo como la Constitución por encima de la cual sólo está Dios (y a veces las interpretaciones de los jueces) haya puesto a la principal autoridad económica del país a luchar contra ella, y no contra el desempleo, las recesiones o la pobreza, o en favor del bienestar.

Sin embargo, últimamente muchos insisten en que precisamente porque la Junta Directiva del Banco de la República ha bajado la inflación de 30 por ciento en 1991 a ocho por ciento en la actualidad, se llegó a la peor recesión de la historia con una contracción de la economía de 4,2 por ciento en 1999, y hoy el país padece niveles de desempleo de 18,6 por ciento en sus trece principales ciudades, y son pobres seis de cada diez colombianos, e indigentes uno de cada cuatro.