Todo emprendedor que se precie debe reunir gran parte de las cualidades que llevan a un deportista de élite a batirse en unas olimpiadas: espíritu de superación, capacidad de asumir riesgos, autoconfianza, orientación al logro, esfuerzo, perseverancia, formación, resiliencia… Pero aun teniéndolas todas, en la trayectoria de cada profesional que se inicia en la aventura empresarial, siempre hay un rasgo que es más significativo.