La capacidad de influir consta de tres elementos. El primero de ellos es la consciencia, que significa saber que las acciones tienen siempre un efecto. El segundo elemento es la habilidad en términos de comunicación, resolución de conflictos y toma de decisiones. Y el último es el compromiso con sus ideas, que implica la toma de decisiones que pueden no siempre gustar a todo el mundo y lidiar con sus consecuencias.

Visión, personalidad, honestidad, persistencia, ser trabajador… Son muchas las cualidades que se suelen atribuir a los líderes, por lo que a veces es difícil identificarse uno mismo con todos estos adjetivos. Sin embargo, tener la capacidad de influir en otra persona es una capacidad claramente de liderazgo.

El problema es que la educación se ha basado siempre en estructuras muy rígidas, haciendo parecer que cada persona encaje dentro de una función del organigrama, dando por hecho que hay líderes y seguidores. Todo esto hace que el estándar de líder sea tan alto que muy pocas personas se ven a sí mismas con ese perfil. Sin embargo, cualquier profesional puede desarrollar esta habilidad siempre y cuando cuente con la formación adecuada, tenga pasión por su trabajo y se rodee de un buen grupo de apoyo. Debemos pensar en nosotros mismos como líderes.

información tomada de: https://www.ie.edu/insights/es/articulos/emprendimiento-y-liderazgo/

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