Las actividades humanas, independientemente de dónde y quien las realice, son vulnerables en mayor o menor grado a factores de riesgo que pueden desencadenar en emergencias de tipo natural como sismos, inundaciones, avalanchas, descargas eléctricas, etc.; de tipo antrópico ya sean tecnológicos como incendios, explosiones, fugas de sustancias peligrosas, fallas estructurales, o de tipo social como atentados, terrorismo, confrontaciones armadas; entre otros factores.

Las emergencias repercuten sobre las personas, en lo físico, emocional, psicológico, etc., también genera daños materiales, alteraciones en los procesos, pérdidas económicas, efectos negativos en la imagen corporativa y/o deterioro del medio ambiente y un sinnúmero de situaciones alternas que impactan no solamente las empresas afectadas sino también la comunidad donde tiene influencia la misma.